En las penumbras de la noche, la mente grita sus pesares,
el silencio de la calle y el sonido del reloj me recuerda
que aunque no parezca el mundo sigue girando.
Aparentando la almohada con mis brazos
busco consuelo a mi angustia
y la fuerza con que apretó refleja la premura
del deseo de ver iluminado el camino.
Cierro los ojos sin lograr el descanso,
ansiosa de un cambio o consuelo a mis pesares,
la vida citadina es acelerada y siento quedarme sin refuerzos.
Pasando la ventana hacia la imaginación
guardo la esperanza de alcanzar lo soñado,
liberarme además de aquello que atormenta las noches
en las que solía dormir plácidamente.