Dejame contarte un cuento, uno en el que estamos sumidos. Un cuento poético sin algún tipo de verso. Cuento que usa el pasado para ser contado, que utiliza el futuro para ser recordado y que usa el presente para ser aprendido.
¿Que cuentos se cuentan?
Aquí solo hay desolación, el mundo en el que vivimos está plenamente poblado y aún así sumido en soledad.
Hace falta despertar del letargo en el que cada individuo se encuentra, ¿cuántos hay quienes piensan en luchar?, ¿cuántos realmente lo hacen? ¿Quienes morirán por un ideal?
Había una vez un mundo hecho trizas, aquel que alguna vez se retosijaba en el esplendor de una gran vida la cual encausaba su misma muerte. El único vestijio de ella que existe es ahora su recuerdo esculpido en la gran memoria universal, el cuerpo celeste. Único brillo destellante color azul, eso es todo. Porque ahora de aquel bello planeta, ya no hay más.
El principio fue devastador, parecía el vaticinio de su propio destino.
La colision incesante de grande rocas celestes poco a poco daban forma. Nuestro padre el sol siempre fiel a su hija, nuestra futura madre, cedió energía propia con alegre devoción.
Sin existencia de vida la muerte no avanza, y sin muerte la vida no existe, nada es lo que había. Solo un pedazo de tierra, fuego y caos. Solo la forma de un gran cuerpo celeste, con un corazón de fuego heredado de su padre, que aún le pertenecía a el.
(¿Cuánto pasa fuera de nosotros mismos que ignoramos?, ¿Cuánto hay que ni siquiera imaginamos?.)
El caos es inherente a la calma y muchas cosas pasaron desde el seno de la existencia misma, con la cual se le otrogó a nuestra madre la capacidad de dar vida.
Nuestra madre recibió el elemento agua para calmar los ríos de fuego y sustituir los mares de lava.
¿Quién es entonces la madre? ¿Quién es aquella que por sacrificio propio daría su energía vitalicia solo una vez para dotar a nuestra madre de su propia energía de vida? ¿Quién sacrificó su rebosante vitalidad para que fuese de otra?
Una vez que el cuerpo de la hija estuvo formado,
aparece la madre, la luna. Para dotarla de la energía que solo una madre puede dar.
Y es así que el azul empieza a brillar, es ahí cuando la vida da lugar y la muerte empieza a asechar.
La vida que se lleva es de lo más característica, varias especies dan luz a nuevas con diversas formas diferentes a las anteriores. Mucha calma cosmologicamente hablando denota la gran polulacion existente.
Es tiempo de vivir, pero se ha olvidado que el lugar que pisamos tiene vida. ¿Que clase de hijos le hacen daño a su madre, que sufriolos más inclementes sucesos solamente para tenernos en su protección?.
Los ignorantes, sus hijos que no toman en cuenta a su madre por que no saben que existe. Aquellos que creen que un planeta no está vivo son aquellos que no creen que el colectivo de vida individual hacen su propia individualidad.
¿De que se preocupan los hijos de Gea?¿Para que viven?¿ Todos nosotros que ahora podemos interactuar con nuestro semejante ubicado en el otro lado del planeta, que es lo que nos aleja tanto del de al lado? Incluso aquellos que tratan de cuidar a nuestra madre la afectan. Entonces, ¿Que debemos y que no debemos hacer? La gran raza naciente del caos universal, guiado por las más sublimes coincidencias cosmologicas. Ahora sufre el colapso que hemos creado. Pero, ¿Somos la primera raza conciente del planeta? ¿Cuántas extinciones hubo? ¿Cuánto nos importa eso?. La vida continua y nuestra muerte se aproxima, la gran raza arrogante, por su propia ceguera caerá. Entonces, de que nos debemos preocupar, causas externas a nosotros mismos podrías facilitar nuestra desaparición. Nuestra historia quedaría olvidada, nuestras acciones serian insignificantes, y con nuestra muerte la nueva vida llegaría.
¿Que hacemos aquí más que pensar en algo que no ha ocurrido gracias a lo que ya pasó?¿Que hay de lo que pasa?
Parece que solo deambulamos sin rumbo guiados por un flujo del cual creemos que no somos parte. ¿Que es realmente la libertad? ¿Cuan libres somos? Si nosotros mismos no podemos salir de la crítica ajena, por pena, rencor, tristeza o cualquiera razón que fuese. ¿Por qué nosotros mismos encerramos a los demás con nuestra propia percepción del acto ajeno? ¿Si nosotros mismos no nos damos cuenta de nuestro mismo encierro, porque no aferramos a la creencia de nuestra propia libertad?
El cuento de la propia historia nos hace creer en la libertad, pero a fin de cuentas, cuentos nada más. Atrapados en las hojas de un libro finito del cual nosotros no narramos. La libertad está fuera de ese libro, y nuestra madre lo sabe y aquellos que poco a poco despiertan es gracias a ella, porque ellos saben que existe, porque ellos le hacen caso, porque ellos la aman y ella a ellos también, porque a ellos la sabiduría les es otorgada, porque ellos tienen los ojos para poder ver las enseñanzas. Son aquellos que no narran las historias y que tampoco son parte de una. Son aquellos que olvidaron lo que fueron porque saben lo que son.
El cuento es solo para los dormidos. La vida es de los despiertos.