Era yo la que cayó en batalla
como aves gritando en último vuelo,
palabra dicha ennegrecida en el olvido
cual beso que no existió pero imagino.
Soy yo la que vuelve a buscarte
con el final sobre los párpados,
el amenazante súbito desmayo
y el ardor carcomiéndole los labios.
Era yo la del dolor y la emoción,
era y soy completa pasión:
el gemido en la puerta de tu oído
y la tenaz espera del grito.
Y ahora soy fiel a mi locura,
tu presencia imaginada me abruma
Todo restalla en mí:
el fuego, el gozo, la llama roja.