No tuviste de mi compasión, me comiste de un bocado y te llevaste hasta el último dolor de mi lado.
Volviste a ser terremoto, te moviste como nunca y yo me volví loco, de ti, de mi, del recital que entregabas aquella tarde nublada.
Desbordaste todo y cuanto guardaba mi pasión, un latido, un gemido ¡Consumado el amor!
Me hiciste Dios de nuevo, no tiene perdón. Aceleraste mis sentidos, se rehizo el amor.
En aquel rincón brillabas como candela, quemabas con tu luz mi piel entera, llevabas gramos de dulzura por mis venas.
Me hiciste tuyo, de nuevo tuyo, me hiciste nena.