Se fue mi corazón despilfarrando
en medio de los báquicos festejos;
que ofrecen luminosos los reflejos
de amores, que terminan cautivando.
Vibró con la emoción que van dejando
las horas de magníficos cortejos;
que brindan los sabores tan añejos
de cuerpos que se entregan susurrando.
Soñando en el jardín de los amores,
cantando recibí las alboradas;
envueltas con los mágicos fulgores
de gráciles figuras bien labradas;
que dieron a mi vida resplandores
en noches de lujurias desbocadas.
Autor: Aníbal Rodríguez