Tapado por la nubes, dejado atrás por los astros y en unos días olvidado por las lunas de los enamorados.
De la suerte viva, de poder mirarlo, de verlo sobre mis ocelos cansados, de sentirlo sobre mi cabello seco, de nombrarlo en mis familias... De querer alcanzarlo y no poder llegar ni a una de sus esquinas.
El árbol que se escapa de la rutina, que hace de sus raíces los recuerdos de esta vida y que en sus hojas caídas, se escriben las historias pasadas.
De besos, de espanto, de sueños, de torturas, de gemidos, de amor... De soledad.
Las nubes lo cubren, los astros lo esconden y en un tiempo será olvidado por esas lunas borrachas de amores equivocados.
De verdad, de lealtad, de esperanza, de ternura, de confianza, de años vivos asesinados por la inconsciencia de solo algunos desdichados.
Resplandeciente como una sonrisa de un niño, inocente.
Los árboles, el sol y los aires, nubes, astros y amores... Tiempo.