Guardián De Ángeles

Ya no somos dos soledades

¿Crees mi bien, acaso que alguna vez
pueda yo dejar de amarte?, aunque me vaya,
jamás dejaré de ser adicto a tu naturaleza,
el mar de tus ojos es cristalino que mientras me refleje
en ellos podré matar al dragón de mi torpeza;
me sugieres: \"si algunos te preguntan por mí,
si algunos te dicen quién soy,
diles que soy tu amor, que estás en mí y yo en ti,
que estamos hechos de afecto
y que volamos en el jardín del ensueño
y que ahí nuestra ternura revuela
con las mariposas que nuestro ímpetu besan\";
te confirmo, amor mío, eres la única persona
que dirige la sinfonía de mis interiores, grandioso ser,
tan ajeno y tan mío, la persona más libre
y prohibida, que vive en mí...
que tomados de la mano recorremos senderos ignotos,
jamás podría mentirte si lees mis pensamientos,
si vivo en los tuyos no puedes fingirme,
y esta irrealidad supera a la realidad misma,
porque abarcamos ya, nuestra eternidad;
a pesar de mi defectos me aceptas una y otra vez,
a pesar de mi imperfección me amas constantemente,
que como yo, sólo puedo encumbrarte, mi amor, perpetuamente;
nos amamos, mi bien, por eso cantemos juntos
las expresiones sublimes que de tu alma nacen:
\"dos trovadores somos, me dices, unos soñadores,
amantes, descontrolados en la dimensión del alma,
tal como un adorador de penas y escribano de sus pesares
cantamos en el delirio del amor que soñamos y sentimos,
somos cual ángeles que viajan
en la dimensión del ser intangible y exquisito ...
viajamos en la sublime ensoñación lírica.

 

Camelada está tu mañana,
seducida por el acento
del alma que vira en éxtasis
hacia tu refugio lunar,
la luna desde hoy es cuadrada,
y los alcores de tu cuerpo
le dan forma ya en cada roce;
tu senos serenos resguardan
el secreto tierno y dormido,
-tan mío- que tu alma distingue;
siente el ave que es menester
desde su frágil enramada
emitir una fiel balada;
¿cómo llegaré a tu refugio,
donde encontraré el lenitivo
próximo a tu grácil mañana?;
porque tu hálito es mi pitanza,
porque es tu aura mi alimento,
porque este idilio es buenaventura,
porque la timidez de mi alma
encuentra paz en tu lecho,
por eso es que de ti se embriaga
mi ser que está de ti sediento.

 

En mi piel impregnaste tu fragancia,
aroma que provenía de la flor
que en mi alma plantaste, mis mañanas duermen
en tu eterna primavera, y ya no somos dos soledades,
sino sólo una, una soledad acompañada;
si el astro diurno me hiere,
si mi corazón vive en la arritmia,
si el oro y diamante en las manos se vuelven nada,
si se desprenden las estructuras de mi cuerpo
y me aferro a la insustancialidad de mi memoria,
es porque en el nocturno cielo de mi alma
se humedece de llanto cuando no me dices nada,
cuando te siento alma mía, tan callada,
cuando te percibo amor mío enmudecida,
tan silenciosa a mi lado y de pronto
en el silencio en pos de ti te palpo con mis manos;
entonces si el pensamiento me besas,
si me acaricias el alma, y el tiempo ya no es tiempo,
y el espacio se vuelve etéreo,
en el cosmos de mi ser tus refulgentes tratos
forman constelaciones con mensajes de amor,
y el néctar de tus bordes labiales me embriagan,
dejando así, en las paredes de mi memoria marcas eternas,
que luego recorren mi cuerpo entre las venas;
porque el amor es entrega sin esperar nada a cambio,
que yo, sin pedirte nada hoy, me entregas tanto,
que dejando de buscar, todo en ti lo he encontrado,
que dejando de pedir, todo me has entregado 
en cada vez;
porque el amor es así, si el amor es consumado,
y que si fuese un amor naufragado, acaso
por aspirar a tanto antes de haberlo entregado.

 

¡Ay!, mi amada juega en inocente calma
y la observo cual ruiseñor en la distancia,
ansiando rozar sus cabellos y olfatear su perfume,
como enamorado le canto al viento para que mi trino,
que avanza, bese a mi amada en su aura,
y en sus pómulos de bienandanza;
-mujer, soy el ave adorador, lo sabes bien,
y tú mi Reina, eres la excelsa cortesana
de apacibles tratos que a mi indócil ser reconstruye-;
es que nada en este mundo puede calmar mis anhelos,
mis pensamientos quieren deslizarse en tu vientre,
mis manos evaporarse en el candor de tus pechos,
mis brazos aprisionar al hálito de tu espalda,
y poder entre los muros de tu fertilidad despertar en tu alborada;
te atravesaste por los visores de mi alma
y me consagré como tu férvido amante y te amo;
aunque no soy quien te juró amor perpetuo ante un altar,
tu voto sagrado es habitar la celda de mi alma,
y aunque nunca volviera a tener tu proximidad,
mi ser te reconocería en la eternidad... como tu cónyuge,
como una sombra sigo tus rastros, plantaste una simiente
en mi cognición que florece todas las mañanas,
quiero retenerte en mi celda cual bandido,
que si el Eterno nos unió en el camino,
es porque consiente que podamos ser amantes.