Salgo al jardín a la hora más silenciosa
del beso con la noche
y allí está ella: la bruja milenaria;
sonriendo seductora
sobre una infinita alfombra de diamantes.
¡ Oh paraíso nocturno; circundante quietud
que conmueves los espíritus!
Es aquí afuera donde puedo
aspirar el hálito del mundo,
tenue y delicado,
que sumerge mi ser
en aromas de eternidad.
Arriba, los gigantes siderales
describen su infinita ruta
en compacta y perfecta
armonía nocturna.
Mi corazón se regocija
con la danza de la noche
y confía sus secretos
a las ninfas selenitas.
Ellas me dedican con ardor
su exótica danza del vientre.
¡ Oh dulces bailarinas…
que deliciosas sois y qué delicadas!..
¡ Dios… que balanceos de caderas
y senos virginales
bajo velos de plata!
¡ Oh instantes divinos
de sin igual contemplación!..