Caminando los cañaverales mas ignotos
¿que mis ojos y párpados pueden ver nacer
donde la lluvia acompaña de la mano al viento,
llego a este encuentro agónico, antes de comenzar a enloquecer?
el hálito embriagador y dulce
¡Oh son los reflejos ardientes y gozosos!
desde la punta mas rocosa del atardecer
veo a un viejo queriendo volver a nacer.
Estos son los caminos,
que incitan a los amantes,
a mirarse y sentirse sin placer,
llego la hora de marchitar o ausentar,
de mentir y desaparecer.