Avisada, ligera de peso y cargas, desafiando todo, fui al encuentro más allá de un muro y una ciudad que todo sabe pero a veces simula y esconde su lujo detrás de una antiquísima y altiva bahía.
Certera de mis ojos, segura en el iris de tu mirada, desafiando el imperfecto torrencial de un aguacero de rostros irreconocibles, quedo abrazada y quieta, y es tu hidalguía el horcón desafiante que avanza linchando insectos, sofocando la sed de besos y con fresca agua nuestro brindis primero.
Casual o no, tenemos un testigo... Inevitable como su existencia misma que ampara del sol, un silencioso flamboyan se ofrece entero y queda en él sin importarnos lo que dure en su corteza el sello de iniciales que asumimos desnudos de todo pasado que estorbe.
Y entre el murmullo de las escasas olas contra la áspera roca, dos voces susurran esperan el ocaso, dos manos tomadas firmemente y en el alma aquella casita sin lujos pero con un espacioso portal, donde la luna sonríe y amorosas caricias arrullan los cansados pasos.
Voy, sí y voy altiva, me sonríen las marcas de muchas tristezas que borras con porciones abundantes de ternuras y no me resisto ésta vez porque tu aceitunado brillo me inspira a no cejar, no claudicar, no rendirme.
Vamos luna,
es nuestro tiempo
le esperábamos,
acompáñame con tu luz
Yo te presento a lo más cercano que muchas llaman: Felicidad...
La Habana, Cuba.
07-07-2020
Isis Marilys Alvarez Silva