Esos besos encendidos
de la dulce adolescencia,
están hoy en mi conciencia
bien guardados, muy prendidos.
Mejores jamás ha habido
ni tan siquiera igualados,
son retazos del pasado
lejanos de hallar olvido.
Bellos momentos vividos
que agitaron mis pasiones
y quedaron cual tizones
a mis sentir bien ceñidos.
Place evocarlos a diario
trayéndolos al presente,
como testigos vivientes
de aquel tiempo extraordinario.
Jorge Horacio Richino
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