SU CUERPO DE MUJER.
Cuando yo era un beso en su piel, un fuego en sus caderas y un dibujo en su vientre, en su cuerpo de mujer se prendían primaveras libres, bellas y celestes.
Se prendían los rosales por el rojo de sus labios y otras flores semejantes que eran besos anunciados.
Se prendían girasoles en el claro de sus ojos, dando paso a los colores de mis días más hermosos.
Se prendían tulipanes en las huellas del camino, que solían encantarme y rendirme ante su hechizo.
Se prendían las orquídeas y las dalias de la tarde en sus tórridas mejillas de mujer incomparable.
Cuando yo era un beso en su piel, un fuego en sus caderas y un dibujo en su vientre, en su cuerpo de mujer se prendían primaveras libres, bellas y celestes.