Vino, vestida con elegantes ropajes,
como una reina a sus trajes.
Trajo arta palabrería,
y la usó para su dí a día.
Conoció a cierto joven un tanto extraño,
se enamoró con los años;
Pero vino pronto la sorpresa,
él no era quién decía ser,
ladrón de corazones y amoríos tardíos,
rozando muchas mejillas,
hízose con la suya propia,
roja y amarilla.
\"la reina\" al ver semejante ultraje,
dio-le semejante cachetada, que sin amor y hombre se quedó la condenada.
Y fue tal el escándalo que fue condenada;
Condenada a vivir, ya lo creo,
condenada a vagar,
sin amor, sin hombre y sin hogar.