Carlos Eduardo

REGOCIJO

 

Alegría,

 

ser alegre, estar alegre,

 

tarea difícil;

 

casi imposible.

 

 

La vida nos recuerda persistentemente el dolor,

 

nos hiere de infinitas formas,

 

es muy fácil dejarse llevar por la pena y la angustia

 

gozando de ellas;

 

cuántas veces se muestra de manera exhibicionista,

 

a alma desnuda, el calvario del sufrimiento propio.

 

 

La tentación de no hacer nada

 

para continuar descendiendo

 

por esta pendiente del desconsuelo,

 

torturándonos repetidamente,

 

es inmensa; 

 

lo consideramos natural.

 

 

No obstante, ganarse la alegría,

 

exige valor, entereza, paciencia,

 

superación diaria, constante,

 

perseverancia gigantesca;

 

pero, como toda hazaña

 

la merecida recompensa 

 

es esplendorosa, permanente

 

y de inexpugnable bien interior. 

 

===0===