Alegría,
ser alegre, estar alegre,
tarea difícil;
casi imposible.
La vida nos recuerda persistentemente el dolor,
nos hiere de infinitas formas,
es muy fácil dejarse llevar por la pena y la angustia
gozando de ellas;
cuántas veces se muestra de manera exhibicionista,
a alma desnuda, el calvario del sufrimiento propio.
La tentación de no hacer nada
para continuar descendiendo
por esta pendiente del desconsuelo,
torturándonos repetidamente,
es inmensa;
lo consideramos natural.
No obstante, ganarse la alegría,
exige valor, entereza, paciencia,
superación diaria, constante,
perseverancia gigantesca;
pero, como toda hazaña
la merecida recompensa
es esplendorosa, permanente
y de inexpugnable bien interior.
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