Cada mañana me sorprende el mar;
no sé si descuidado a mí me pilla,
y no sé si es ola sola o la orilla
o si es sólo voz para intimidar.
Majestuosidad que hace trepidar,
ante su deslumbrante poderío;
incesante viento, agua, arena y frío,
que hasta en mis sueños oigo su bramar.
Todo lo que el mar me entrega bendigo,
con fuerza su magnetismo me atrae,
y en la universidad del oleaje,
Veo miles de ondas en atadijo,
que el errabundo viento no distrae
y asido a su orilla prosigo el viaje.