Ella pasó muchos años buscando,
Una sonrisa sincera, una mano franca
Un abrazo verdadero, una palabra honesta,
Siempre la traicionaron, su brillo era diferente
Por eso nunca lo aceptaron.
Ofreció un corazón sincero
Y se lo destrozaron en mil pedazos
Como Judas, con sonrisas la engañaron.
Desconsolada, abatida, decepcionada
Escuchó un leve susurro al oído
¡No busques más hija mía!
Al fin lo encontró, cerca, muy cerca de ella,
Nunca estuvo sola, Él siempre estuvo a su lado,
Era su mejor amigo y no lo había sentido,
El que siempre la consoló por las noches
Y con un sublime abrazo la llevaba al sueño.
El que al amanecer le dio la fuerza para seguir,
Sin importar las nuevas tormentas que venían.
Ella ya no está sola, su búsqueda terminó
Al fin tiene al mejor amigo,
Le da calma a su alma, es su consuelo
Puede sentir su abrazo infinito cada vez que ora
Él conoce su ser, todo lo que hay en ella
Ya nunca más estará sola y ahora más fuerte
¡¡Que nunca!!
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Elizabeth A. Castillo Martínez/Mexicana