Nadie muere de amor y eso es un hecho, pero el término implica sentir que te mueres, un sufrimiento que parece eterno, ya que literalmente no te mueres, lo cuál en realidad resulta peor que morir.
Yo por ejemplo, en el proceso de quererte he muerto veces suficientes como para no querer perderte y he tenido al mismo tiempo un deseo irremediablemente de salir corriendo y no encontrarme nunca contigo, la moraleja es que sin ti muero de frío como mariposa en invierno pero contigo mis alas se queman hasta extinguirme el latido.