Cuarentena de sueños y de amores
se decretan en mi alma de poeta;
pues me traen filosa y cruel saeta
que me llena de amargos sinsabores.
Siempre cargan de pena los vectores
que me vuelven de amor su marioneta;
y es mejor que me vuelva absorto asceta
alejado de falsos resplandores.
Y por eso pretendo vacunarme
contra el virus de encantos primorosos;
que jamás se me acerque a contagiarme
con microbios de cuerpos luminosos;
que tan solo pesares saben darme
sus bacilos sensuales y ardorosos.
Autor: Aníbal Rodríguez.