LAS AMIGAS
El tiempo dio testimonio de lo que es una amistad
Veinte años pasaron, nadie lo podrá olvidar.
La maestra separaba a los niños de las niñas
era una cuestión de orden, se daba en cualquier jardín.
Los infantes se observaban con bastante confusión.
preguntándose por dentro
sobre la compañera que me tocará al fin.
La maestra decidida con dulzura ordenaba
y el nombre de cada uno, a los niños indicaba.
El lugar de Manuelita será junto a Balbina
en el banco color verde, justo allá en la esquina.
Y así pasaron .los años y jamás se separaron
Si en algún festival era Balbina el príncipe,
seguro que Manuelita, era la princesita.
Si a una le tocaba ser el Sargento Cabral,
ninguna duda le quepa que aunque lloviera aserrín,
la otra siempre sería el General San Martín.
Accidente, azar o suerte, yo lo llamo como quiero,
pero por esos casuales, las dos nacieron un día, de una noche, el diez de enero.
Por tanto, así se dispuso, cuando cumplieron quince años,
que se haría una gran fiesta para las dos.
No es extraño.
Ya eran dos señoritas.
Siempre juntas.
Una morena y brillante, como cuando es nochebuena.
La otra blanca y tersa, tal como la luna llena.
Si una soñaba con Dios, como eco de las dos,
se escuchaba el padrenuestro.
Los sábados eran fiesta ¡a comer pizza se ha dicho.
Por supuesto no le falte, queso, morrón y chorizo!
“¡Qué hermosa amistad, era todo un poema,
para cantarle al sol, la luna y las estrellas”
Una tarde de esas tantas en que caminaban juntas,
presumiendo y moviendo en buen ritmo la cadera,
quiso el destino truhan, que allí mismíto en la plaza
se cruzaran con un joven elegante.
de gran porte, que se llamaba Julián.
Las muchachas se miraron, a igual tiempo, fascinadas.
Dos flechas lanzó Cupido sin pena y sin advertencia.
Dos heridas eran abiertas en corazones distintos.
Debió proceder con tino el descuidado ladino.
¡Es bello! ¡Es un adonis! ¡Es el mejor que yo visto! ¡Pero me miró a mí,
y esto lo has de aceptar, porque aunque te duela un poco, vos o yo, no es igual!
Y así empezó el embrollo entre las dos grandes amigas.
Separadas, por las noches,
cada una por su lado,
caminan las callejuelas, esperando verle a él.
Una invoca a Eros porque es el dios del amor,
la otra a San Antonio porque es guardián de los novios.
Pero el caso es que Julián, y esto no es una treta,
a ninguna de las dos, ni siquiera tiene en cuenta.