Freddy Kalvo

El cazador y su presa

El cazador acechaba

a su presa fijamente

la ansiedad con él rondaba

esperando tenazmente.

 

Pero aquella ingenua presa

sin saber lo que pasaba

no esperaba gran sorpresa

del que a diario la miraba.

 

El cazador pretendía

en el momento oportuno

cuando el fuerte sol nacía

vencer sin pudor alguno.

 

El cazador desalmado

de noche y día pensaba

matar la presa en el vado

o cuando ésta descansaba.

 

Así pasaban los días

llenos de mucho martirio

el cazador con espías

y en su cabeza el delirio.

 

La presa confiadamente

cada mañana salía

a divisar felizmente

el campo de algarabía.

 

Vivía en bello terreno

donde tranquila pastaba

aquella presa, en el heno,

con alegría gozaba.

 

La presa con el rebaño

cada mañana cantaba

¡yo te quiero, yo te extraño!

a la pájara que amaba.

 

Así era feliz su vida

en tierra de leche y miel

sin presagiar la honda herida

de aquel cazador con su hiel

 

Fue una mañana de invierno

que los disparos sonaron

aquello se volvió infierno

y muchos ojos lloraron.

 

La presa cayó abatida

adentro de su propia huerta

y el cazador en loca huida

daba a su presa por muerta.

 

Así se escribe la historia

recordada con los años

anidada en la memoria

como crueles desengaños.