El llano arde
en aguas de esperanza,
màs bien, la gente arde
esperando sin saber que esperan,
inflaman su pecho con sus propias palabras,
con pensamientos de arena, y se escuchan
en el silbar ardiente de la lengua del viento.
Los ojos de esa gente se salen
como del vientre un huevo,
cada vez que un chamizo rueda por las colinas,
porque creen, o creen que creen,
que por fin es el fin de su espera.
No se que tiene la gente del llano,
no se que esperan en la marea pùrpura del universo,
no se porque tienen los ojos vacìos,
que hasta cuando oscila una làgrima
en su escleròtica, parece que suena el infinito.
Ya no los inmuta el aguardiente,
ni la mùsica del arpa
que suena como polvo en las aceras,
como polvo entre los dientes,
tienen como la muerte viva
en las espigas de su corazòn difuso.