No soy esa mujer de boca roja,
cuna de palabras claras,
digna de tus labios de agua.
No soy quien saciará tu sed de besos,
lo acepto,
no ocuparé un espacio entre tus brazos
ni en el sueño ni en el tango,
ya asumí que no brillo
ni en la cama ni en la pista.
No soy esa mujer que esperas conocer,
protagonista de novelas,
estatua tallada en un museo,
admirada sobre un lienzo,
escritora de cartas perfumadas.
Esa, la de cuerpo fino,
musa de poemas y suspiros,
la que todos miran
cuando danza al caminar.
No soy esa mujer de ojos de espejo
regalando ternura al mirar,
en mis lunas solo hay oscuridad
y alguna lágrima intentando escapar.
No soy esa mujer de nombre pronunciado,
dulce sabor en tu lengua,
escrito en tus hojas y tus versos.
No soy esa mujer de alma risueña,
estoy hecha de humo negro
y noches de desvelo,
no merezco tus ratos libres
ni tu mirada de lejos.