Nadie sabrá de tu eterna soledad,
Ni que con una sonrisa... Te marchas,
A llorar sobre la almohada.
Qué curioso que cuando éramos pequeños,
Llorábamos bien alto para que nos preguntaran,
Hoy lo hacemos muy bajito, porque sabemos
Que nuestras razones para sentirnos mal,
Siempre fueron infravaloradas.
Y es que a veces, en nombre del amor...
También se mal trata,
Y se hace de menos el ajeno dolor,
Restándole a este, su importancia.
Nadie sabrá por qué llora el corazón;
En silencio, en mitad de la madrugada.
Nadie sabrá del dolor de la tristeza de tu alma,
Y aún rodeada de gente,
El mundo te preguntará:
\"¿Qué te pasa? ¿Cómo estás?\"
No para saberlo, sinceramente.
Sino para aliviar su conciencia
\"Que ellos ya te preguntaron\"
\"Somos muy buenas personas.
Ella dijo que no pasaba nada.\"
Y hay que saber diferenciar:
Quién te pregunta por bien quedar,
Y Quién te pregunta de verdad.
Los segundos son la verdadera amistad.
Esa que hoy en día, te falta.
☽✩
Lydia Gil