Oscura nube nocturna que te disipas sin reflectores
Fría noctambula, que no conoces el arrebol.
He de confesarte, que te he seguido
Por caminos que conducen al silencio
Oscuridad plena que timonea muy diestra
y el siniestro incendio del tiempo por mi columna
Mis peripecias me ennegrecen las plantas
Apeando en Creta, llámenme, ¡Teseo!
¡Escampar mi incertidumbre, hazme saber que decantas!
Rompiendo las barreras entre el capricho y el deseo.
Me conduzco al oráculo, apesadumbrado sereno
Y si el capricho me conduce, y el conflicto me lleva en su seno
o si resultase ajeno, y el deseo, cual trueno me amedrenta
Recurrente sueño enceguecido por la tormenta
El ultimo halito, del que mi ser se alimenta y del que mi alma se calienta
Tiene nombre y lo he encontrado, es Ariadna, a quien busco
Cuando el sueño ha terminado.