Era como domesticar un trueno amarlo
su espíritu intensamente libre
dormía a la sombra de los pájaros
que enganchaban sus corazones
en los cordeles rubios
que el sol bordaba entre las ramas
Se elevaba como una cometa
a mundos nunca imaginados
Tejía poesías con sus ojos
y las colgaba de las higueras
para saciarles la sed con su leche
o las pulía con gotas de lluvia
en los recodos del jardín
bajo las torneadas mandarinas de oro.
Era como cabalgar sobre un relámpago
sin saber dónde ni cuando
caería partiéndome en dos,
pero nada podría hacer
que me arrepintiera de galopar
sobre él como si lo hiciera
en el lomo de un Pegaso de crines azules
que flameaban relucientes entre estrellas de zinc
hasta desmontar sobre el verde ojo de la luna
y allí, en ese mundo ajeno a todo lo material
que asesinaba su alma se hundía en mi mirada
y sus dedos anudaban mi pelo
como experto tejedor de macramé
mientras, su lengua escribía raras metáforas
en el temblor de mis labios
y yo imaginaba en mi inocencia que nunca más
volveríamos a pisar la tierra
ni a escuchar el bramido de un fusil
Angela Grigera Moreno
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