Quiero, Señor, por una vez decirte
lo que el verso no dice del amor,
pues las palabras buscan escribirte
el silencio del pétalo en su flor:
amar es ver lo nunca antes vivido
al compartir los fríos y el calor,
fundiendo lo que juntos se ha tejido
en el crisol ardiente del pintor,
venciendo aguas, quemando cada leño
al huir veloz de la pasión silente
y amando el verso de tu puro ensueño;
así se van las sombras de mi mente
siendo tu corazón lápiz y Dueño
en el canto de un soneto viviente.