Marchitada, llena de espinas, llegas a tu final,
Sin haber conocido esas ilusiones que te prometieron,
Siendo arrancada por aquella por la que viviste.
Adiós, juventud
Que pronto te marchas, y que poco que llegué a disfrutar
Que corto fue tu paso por el mundo.
Te has marchitado transformándote en nostalgia
En recuerdos vividos y otros imaginados
En amores frustrados, a veces idealizados.
Me enseñaste lo injusta que es la vida,
Lo efimero de la felicidad,
Que el olvido es lo único que dura por toda la eternidad.