Subiste al cielo y bebiste
del néctar de mi piel.
Mis lunares eran tu
locura.
Tus caricias...
mi locura, mi perdición.
Tus besos eran
huracanes
y lluvia que arrecia al
atardecer.
Somos el uno para
el otro,
en una fusión de placer.
Tú obsesión se desbocó
como un potrillo mal
criado;
y ya, no te puedo querer.