Anngiels Simplemente Mujer

LA SAL DEL OLVIDO

 

En la herida púrpura abierta por el deseo insaciable

dejó la simiente joven como el campesino

derrama en el surco la semilla fértil.

Ella en su inocente ignorancia

no supo hasta después de un tiempo

que su cuerpo cimbreante era ahora

el tibio nido acuático de quien sería

su más eterno amor, su única razón de vida.

 

Cuando sus brazos abrazaron aquel capullo dorado

contrastando con su piel de noche solitaria

nardos de agua surcaron su rostro

y supo que nunca olvidaría

al mirar sus ojos de jade y miel

a quien derramara a su paso

la sal amarga del olvido