Luis Alberto R

Madre, quiero que tu Dios exista

Me duele mucho, sangro un poco, constante, lento. No puedo moverme, grito hacia unas luces lejos… nadie responde...
Tengo frío… siento que puedo morir…
Alivia el recogerme sobre la herida en mi vientre.
Y en este silencio húmedo, recuerdo...

Recuerdo que cuando mi mente era nueva y de espacio libre, unas voces sembraron en mí que el aroma de lo bello por ser bello, era cierto. Y si esas voces eran las más confiables y amorosas, cómo no creerlo ?

Y en algún momento, dejé de creer. Madre, abuela… lo siento. Los argumentos que rompieron la fe fueron contundentes. Y abandoné la magia y pretendí afrontar lo absurdo con criterio abierto. Lo he intentado esta noche y la duración de lo intenso me derrota.

Quiero más tiempo, madre, extraño tu regazo de los sueños y tu seguridad de saber que existe la justicia tras la muerte.
Desde mi longitud tan mínima imagino tu infinito extraño que aunque me desborda, de él hoy quiero un poco. Requiero fe para asumir que existe. Me doy vuelta buscándolo en la noche. Ya creo verlo... por lo oscuro pasa hasta donde mi deseo quiere.

Me desvanezco en el piso roto de este desvío oscuro, cobijado por estrellas que me miran y aterrado de ver mi sangre que se escapa por entre mis dedos impotentes que intentan cerrar las heridas que alguien me hizo cuando decidió arrebatarme baratijas, me arrojó aquí y se llevó mi bicicleta. Llevo dos horas nutriendo de mí a una tierra cruda. Y apenas son las once de la noche.

Tengo frío... miedo... tal vez muero ?
no quiero...
Siempre soñé morir de herida noble, sereno al dolor, en tibieza de sol, humedecido de rocío y cobijado por un árbol, arriba en la montaña.

Vida, amé y me amaron… y me faltaron besos, el último y el nuevo. No alcancé a suavizar las grietas con mis hijos. Debo diez y me deben tres \"gracias, te quiero\". No hice el duelo de un negado primer segundo del amor en un febrero. Se esfuma mi casa blanca y su patio de margaritas. Añoro el hogar de un amor pasado. Siempre fui yo mismo y viví lo que me diste, Vida. Muchas gracias.

No alcancé a escribir todo el diccionario que me explica.

Estoy cerca de ti, madre, y percibo tu plegaria a El Perfecto Eterno y busco en lo oscuro de la noche estrellada, su infinito.
Extiendo mi mano queriendo alcanzarlo con tu fe.
Necesito sobrevivir.
Resisto.

#LuisAlbertoR