Brenda Lemus

MenĂº en blanco

Nos fuimos a la quiebra.

Así empieza este escrito, por que nunca lo mencionaste cuando estábamos acostados. Eso hubiera ahorrado las cuentas de más, unos cuantos tragos y las caricias.

 

Ya he quitado el letrero, ya veo la hora al fin, sigo apagando las luces, desechando el enojo, sacando viajes y momentos caducados pero aún no logro limpiarte de mi mente. Porque aún recuerdo el calorcito de tu piel a las nueve de la mañana, tus lunares como chispas de chocolate, tus cejas juntas cuando bromeabas, tus dientes chuecos al sonreír y tu carita empapada de alegría. Son tantas las ordenes que se me hacen inmanejables.

 

Faltaste una vez, dos veces, tres, las deje pasar hasta que fueron incontables. Tuve que sostener nuestro lugarcito bastante tiempo, hasta que mis piernas temblaron y lloraba del dolor. 

 

Entre más trabajaba tu no asistías.

Hoy te cuento que me lastime al picar tu indiferencia, nada podía empeorarlo más, todo carecía de sentido cuando no planeabas rescatarlo conmigo. 

 

A quien quiero engañar tu corazón se estaba congelando. Ni con el fuego de todo mi amor pude evitarlo. Aún recuerdo tu cara fría entre mis manos, el tocarte y no volver a sentir ese calorcito de las nueve de la mañana, cuando iniciaba nuestro día, cuando yo era el amor de tu vida en esa \"época\" me decías. 

 

¿Por que no me acercaste ni el papel para limpiarme? Tú estuviste ahí, aun respirabas pero ya no me veía en tu mirada, el contorno de tus ojos no lo olvido, estático como una figura de mármol en todos los sentidos. 

 

En la mesa con la cabeza en las nubes te esperé tanto tiempo y te amo otro tanto también. Ya era hora de irte repetías una y otra vez, entonces lo comprendí \"ya no se servia amor en la mesa\", me pare asustada buscando arriba, abajo, a un lado y al otro la carta pero encontré solo migajas de la comida que tanto degustamos, besamos y amamos.

 

Nos fuimos a la quiebra, el menú está vacío y ahora decido marcharme también, no importa cuántos meses pasaron desde tu partida porque el amanecer me abre otro lugarcito cada día para ser yo.