Bajo las estrellas,
hago un soliloquio,
en el que recito
mis versos más hondos.
Le canto a la luna,
al cielo le elogio,
exalto a las sombras
con júbilo y gozo.
Hago un panegírico
a modo de encomio,
lleno de lisonjas
en alegre tono.
Al tardo crepúsculo,
al silencio sordo,
al ocaso pleno,
y al velo borroso.
Quizá algunas veces,
cegado está el ojo,
pero ni una crítica,
ni siquiera oprobios.
Si el brillo es de plata,
yo digo que es oro,
si tu no ves nada,
yo percibo todo.
Entre la penumbra,
mil besos hermosos,
la tiniebla oculta
el rubor del rostro.
Ensalzo a la noche,
tiempo de reposo,
retiro sereno,
sentirse bien, solo.
Se apagan las luces,
soñar otro poco,
hechizos y magia,
vivimos los locos.