La melancolía
rodeándole, al acecho,
costeándole palabras
cuantiosas que se quedan
debiendo, cuando se les calla.
Palabras, que
se acostumbraron
a lo indescifrable.
El amor guardado
que no se le dejó
sonreír,
mimar,
acariciar;
aquella forma exacta
de la mano.
D. Valencia