Toda mujer por santa
Que quiera aparentar,
Quiere un hombre demonio
que la sepa bajar
A su infierno de pasión
Y la suba a su cielo,
Que la queme en sus llamas
Y la envuelve en su juego,
Y que le haga explotar
Su instinto de deseo,
Que la lleve al abismo
Del gusto y el escarceo.
Por muy santa y tranquila,
Ella desea una bestia
Que la embista y devore
De los pies a la cabeza,
Que envuelva en la locura
Con singular sutileza
Su cuerpo y que este la haga
Llegar siempre a la meta,
De explotar un orgasmo,
Ese clímax deseado,
Y ya todo acabado,
En la cama caer quieta.