La tarde empuja
hacia el abismo de la noche,
las sábanas se alzan en su cama;
y unos ojos ardientes de venganzas
le dan la puñalada.
¡Sangra de amor!,
la soledad lo acuna.
Y ve fantasmas donde ya no hay nada
y las caricias, palomas que gozara,
se vuelan todas juntas, una a una.
¡Morir de amor!
morir como muriera
el Cristo redentor encarnecido.
¡Morir de amor!
con la esperanza innata
pero morir, al fin,
de amor...sufrido.