Como una ola, yendo y viniendo,
Dejando rastro a su paso,
Un camino como la mar en calma
Entre los despojos de un invierno gélido.
La brisa era la razón por la que te acercabas
A recoger las hojas secas del atardecer.
Caminas despacio con temor a dejar aliento
En cada pared de un otoño cálido.
Cojo aire y respiro.
Voy vestido de cicatrices,
Que son abiertas con las redes
De un tiempo envejecido.
Me ahogo en mi propio mar
En medio de un tormentoso día.
Cojo lo que perdí hace tiempo,
El rastrojo de miradas perdidas y sin vida
En medio de un atardecer triste.
Tu mirada perdida me recuerda a la cumbre
Por la que nos deslizábamos en un invierno insólito,
Y nos salpicábamos con recuerdos de una primavera floral.