Tres luceros se apagaron
al llegar el alba un día
y sus ojos se cerraron
cuando el alma aún sufría.
También se apagó la estrella
con su luz muy luminosa
que luchando dejó su huella
del rojo color de rosa.
La estrella y los tres luceros
dejan su estela visible
luchadores y guerreros
con su corazón sensible.
No los apagó una bala
pero murieron luchando;
y el dolor hondo recala,
la campana repicando.
El cielo se mira oscuro
pero aún tiene su brillo,
con su corazón muy puro
cantará muy triste el grillo.
Compañera y compañeros
buen viaje por el camino,
pasaron los aguaceros
refrescando su destino.
Huella indeleble dejaron
para otras generaciones,
con batallas que libraron
llena de sus ilusiones.
Y el corazón consternado
triste quedará dolido,
pero no será olvidado
el firme deber cumplido.
Con recuerdo muy genuino
de Pavel y Margarita,
Tomás Minero y Blandino,
quedará la historia escrita.
Vivirán en la memoria
de este pueblo combatiente,
quedando escrito en la historia
que lucharon con el Frente.
De ellos el cuerpo estercola
como ley establecida;
y el rojo de la gladiola,
les recordará la vida.