Adorabas los versos,
las palabras complejas,
el humor e ironía.
Eras ese color,
ese sabor amargo y dulce,
ese olor tan ajeno al género humano.
Tu textura de sabio gruñon,
repelía a los hipócritas,
a los avariciosos,
a los imbéciles.
Olías a silencio,
te impregnabas de él.
porque siempre callabas,
harto de hablar del tiempo, de futbol,
de la tertulia vasta.
Polvo de estrellas, con olor a cigarro barato
polvo del suelo del México erosionado,
amigo de los pobres,
de los perros,
del Quijote y su sancho.