Danny McGee

LA LUNA DE SU VENTANA.

LA LUNA DE SU VENTANA.

 
Se va a retirar la tarde, la noche pondrá su manto, la luna va a colocarse y ha de verse brillando. Ha de verse brillando la luna del alto cielo y ha de brillar un cuadro como si fuera un sueño.
 
Van a asomar los ojos al marco de una ventana, bellos y luminosos de una mujer sentada. Una mujer sentada ha de quedar desnuda, cubriendo con su mirada la suave luz de la luna.
 
¿Qué va a pensar Andrea en esta noche estrellada? Llega la luna llena a verla por su ventana. A verla por su ventana llega también un sueño, uno que en su mirada se cuelga de su desvelo.
 
Andrea lleva a sus ojos a ver el ayer de un día, en donde lo más precioso fue ser una bella niña. Fue ser una bella niña su más amado tesoro, escrito cual poesía que llena de magia todo.
 
Andrea recuerda al padre de aquella bella niñez, al hombre que se complace por verla ya de mujer. Por verla ya de mujer su padre ríe en el cielo, y ríe por lo que es su hija en el mundo bello.
 
Andrea suelta la dicha de aquel momento especial: se eleva de su sonrisa al ver la luna brillar. Al ver la luna brillar se siente la compañía: su luz la colma de paz por una esencia benigna.
 
Se va a retirar la noche, el día pondrá su manto, la luna que ella conoce se va a descansar brillando. Se va a descansar brillando la luna del alto cielo y ha de quedar un cuadro como si fuera un sueño.
 
Van a salir los ojos del marco de una ventana, bellos y luminosos de una mujer soñada. Una mujer soñada se ha de quedar dormida, cubriéndose la mirada de luz y de paz divina.
 
¿Qué va a soñar Andrea en este día soleado? El sol silente ya llega tocándola con sus rayos. Tocándola con sus rayos, llega también un sueño, uno que por sus labios se va a convertir en beso.