Me acerqué para pedir mi típico café
y ahí estaba reposada a la barra
como aquel que vaga esperando el ocaso
me acerqué para ordenar mi café
y sin más pedir sus ojos, cuales hojas en otoño que de los árboles
caen, sin mayor permiso se
apoderaron de mí
y titubeante pero manteniendo mi semblante
le dije:
un expreso doble y uno de tus besos para llevar, ¡Por favor!