Vamos a tirarnos de caricias
y con nuestras bocas dibujamos
la piel húmeda que nos ofrecemos.
Jugamos a no permitirnos
no tocarnos, no mirarnos.
Mientras las almas como sombras
se bofetean a besos, saliva, sudor.
Nos tomamos en el gemido que se yergue
como la noche con sus altas horas excitantes
como la fricción del deseo en nuestros sexos,
tibios y altivos.
Nuestros sexos se eclipsan en los aromas
de canela y manzano.
Nuestros sexos se encuentran en el borde
de la embriaguez y gemido.
Cogemos, lamemos, chupamos;
nuestra vida segregada con sus almas entrelazadas.
Nos vamos sitiando de nuevo,
aún la noche no es calma.
Nacemos en el uno y en el otro,
para ofrecernos en las bocas,
manos y sexos mojados.