Miguel Ángel Cisneros

Amanecer

El tren se desplaza como una cobra

que mece sus ondulaciones

hacia el ojo entreabierto del día;

motivada por el son del flautista

que posa sus dedos en las montañas

y compone la tonada del amanecer.

 

El despertador de la siguiente parada

presiona mi corazón para acelerar

los pasos que evitan las grietas

del mal augurio en la calle.

 

Las manos arriba contrarían miradas

que se niegan a despertar aún,

sueñan mientras caminan.

Duermen mientras viven.