¿A quién me tengo que
encomendar para invocarte en celo?
¿Para qué resurjas elástica?
¿Para qué me cites desnuda?
¿Para que te exhiba
en misa con tu corsé,
para que embarres el mar
en la entre pierna,
con un baile en la sala de urgencias
frente a la abuela agonizante
con su desahuciado voyerismo,
y su biiiiip... biiiiip... biiiiiiiiiiiiiiiiiiip
de la mortífera dilatación?
Dime:
¿qué tengo que hacer
para que seas tú
y tan solo tú,
ya no más mi madre
la que me levante del callejón,
afuera de alguno
o simplemente
de todos los bares en topless?
¿Que no tienes corazón acaso?
¿No ves que
ya no tiene edad para febriles ventiscas?
¿Qué tengo que hacer
para que veles mi congestión
para que eyacules mis heridas,
para que congeles mi infierno,
e inhales mi carne,
para que destiles mis humores,
o te dejes infectar de rabia
con mis ingles que te ladran?
¿Trabajar?
Puedo rentar mi cuerpo
a seniles y enfermos,
cambiaría mi riñón
por la espuma de un orgasmo tuyo,
un pulmón por un suspiro,
el globo ocular por un sueño,
y un testículo
por un gramo de cocaína,
de memoria,
o simplemente lo haría
para extirparme el orgullo
y acordarme de nuestro aniversario
o de tu cumpleaños.
Incluso, diario me pienso bañar,
te haré de comer,
te arreglaré las fugas
y el grifo necio,
me levantaré a cambiarle
al viejo televisor castrado,
ese que carece de su órgano fálico,
que no tiene control remoto,
y si quieres
hasta emprenderé la odisea en busca dé.
Tiraré esa ropa que nunca uso,
dejaré de apostar,
de hacerme en la cama,
de mearme en las plantas,
olvidaré a todos,
pagaré las deudas,
les pagaré a las amantes
para seguir con el cogetlón,
le pagaré a mi chulo, al gobierno,
me emanciparé la curiosidad
para no pedirte cuentas
y cuando me pregunten
¿qué soy de ti?
no justificaré esa pregunta
con una respuesta,
hablaré según tus indicaciones.
Yo sólo quiero llegar a casa ebrio,
y gritarte que esta maldita botella
ácida en mis sentidos:
no se conforma con recordarte
y hablarme de ti,
sino que aún me pide más vicio,
me hace retrograda el camino,
me hace aceptar la llaga
para llenarme de lujuria,
por eso me obliga a aullarte,
por eso esta poética apocatástasis,
por eso soy la onomatopeya de tus muslos
porque, mientras más lo haga
más me hundiré en ti,
me hace lamer tu olor
¡me hace pregonarte estigmas a rastras!
me ata a ti…
por eso me pide que seas mi prisión.
En cambio, tú,
mira cómo me has dejado el tiempo
a causa del abandono
por culpa de la lástima
y no del látigo:
me vengo en grasa,
suspiro pus,
pregono mugre,
repto virulencia,
me conjugo en ánimas
de líquidos corruptos
no me trastorna
ni un halo mínimo de sol,
espectro bautizado
con una nube negra como aureola,
cuernos y sortilegios en banca rota,
caducada la ambrosía,
ausencia del oficio,
torpe poeta de cabecera
que se muere de hambre,
y ahora también de tu frío.
No te pido responsabilidades
ni que te tatúes el compromiso,
solo quiero tus caricias
y escucharte reír
no te exijo que me otorgues amor, tampoco
¡te estoy mendigando lujuria!
le pido limosna a tus ojos
y piedad a tus piernas,
¿es que no entiendes que muero?
¿que no sabes que te padezco en picado,
de lo súbito, y de forma crónica?
Pues tú eres la que me levita,
la que mata,
eres la cómplice
la de aquella prosa de sublime contoneo,
el Ángel aquel, de toda muerte
la que me besa y no me cobra.
¿A quién tengo que encomendarme
para sentirte fresca?
¿Para plasmarte húmeda?
¿Para beberte el abismo?
¿Para rociarte de éter?
¿Para amanecer en tu cielo
y dormir en tus planetas?
¿Qué putas tengo que hacer?
si yo no sé rezar ni cerrar los ojos
si yo no creo en nada,
no creo en el romance del poeta ni en Dios,
porque ninguno,
ni Dios ni Shakespeare,
lo hicieron un sábado.
Si yo no entiendo cómo puede existir un Dios
que quita y da vida a su antojo
¡Por la monstruosa verga de Jesucristo!
¡Por las nueve tetas de Krishna!
¡Por la bragueta de Mahoma!
¿A quién le tengo que rezar
para tenerte?
¿A San plátano y
a toda su legión de santos?
¿A quién pedirle
si no conozco a ningún milagroso?
¿Tengo qué creer
en San Paul y San John?
pero como hacerlo si
su estúpida canción aquella
se debió de haber llamado
¡Let it Bleed! y no dejarlo ser.
No sé qué hacer yo, en verdad,
se me muere la tinta,
se me muere el amor,
se me muere la vida
y me florece la muerte,
yo te necesito,
te necesito en mis venas,
cómo quisiera herirte,
¡desgarrarte!¡cortarte!
para que tan sólo gritaras mi nombre
de forma sinfónica,
en el retrete en cualquiera de tus fugas
y pecados
o donde sea,
por donde quepa,
con quien estés,
haciendo el crimen que sea
pero que tenga eco.
Ven conmigo
quédate en esta tumba
y anida en mí,
no importa si como una princesa
y yo como un guerrero,
como la luna
y yo incandescente,
como la lluvia
y yo estruendo,
como una diva
y yo plástico,
como una puta
y yo un borracho
como mi Ángel y yo,
tu afilada Hoz
no importa como sea
sólo ven quédate… ¡te pago!
//Fragmento del poemario: Cómplices de la prosa sublime.
Duman Textale 2008//Re-edit. Hozmosis (editorial letras de pasto verde 2019)