Hay un mundo, por debajo de la realidad
donde vive gente sin ojos, que ven solo lo que sus manos sienten
ruidos húmedos y gusanos transparentes.
De los olores, de vez en vez
las roturas dejan escurrir albañales fétidos
que gritan al llegar a las esquinas
justo al cambiar las luces del semáforo.
De ese lugar de espanto
las noticias ocurren antes que sucedan
y siempre son
halagüeñamente malas.
Un lugar
Donde uno nace a diario
en el útero de su psiquis.