Vienen las palomas
a aposentarse...
en las lágrimas de la tarde,
y hacen de onerosas playas
collares desacostumbrados
de olivares,
porque es magna
la mano que el viento
mece...
desestructurada
en su divina
languidez,
por la pálida caricia
desasistida...
de todos sus olvidos.