Ellie Woonlon

Poema de una aƱoranza

Dulce perrito que vagabas en la calle,

irrumpías en pupilas como quiste.

Tu mirada punzante,

y tus costillas que parecían cicatrices.

 

Seré quien te acompañe,

con el remedio tardío a tus ojos tristes.

Voy hoy mismo, sin todo este equipaje;

contigo, al país de alegres matices.

 

Como  tú, desamparado de méndigo rico,

voy de mis raíces y tallo libre.

¡Una galleta, agua!, ¡un trozo de pan!

Palabras que articular no pudiste...

 

Voy hoy mismo, con todo mi afán.

Te veré en el país de los buenos;

donde las nubes no son grises,

y la noche no acaece más.

 

Voy hoy mismo, pronto me verás;

en el país donde las risas no terminen.

Estoy ansioso de irme, de morir quizás,

y vivir en el prado de tu cielo.