La mujer desde tiempos arcanos del amor es el emblema,
por sus venas centellean caudalosos torrentes de ternura,
ese instinto maternal es natural, soluciona todo problema
esa sensación está inmersa en el aire, se pasea en la llanura.
Hay amores en los amores, es una realidad por poco perfecta,
una madre no descansa, busca la felicidad del hijo cada momento
por él da su vida carece de importancia hasta donde le afecta,
el más mínimo dolor de su hijo, para ella es un enorme tormento.
El instinto maternal no es una exclusividad del ser humano,
las más temibles fieras protegen al extremo sus cachorros
después de haber parido afinan sus sentidos muy temprano,
es indiferente que se trate de leones o hambrientos zorros.
Una hembra lleva en su interior el precioso germen de la vida,
una fuerte razón para enarbolar el estandarte de defensora
aunque ella es libre para abortar el feto, la mayoría lo olvida
y se transforma al instante en su eterna e ilustre profesora.
Jaime Muñoz, febrero 23 de 2020