Me ha acorralado tu odio,
me ha golpeado tu sangre y tus secreciones
revueltas, me has desnudado
con tus pies que aplastan todo por este rincón;
He naufragado en tu astucia,
en tu cabellera de humo derramándose
a las dos de la mañana,
cuando tengo los ojos cerrados encima de tus pétalos
que se abren, como una ostra
que carcajea con su cuerpo entero;
Me ha tragado tu sabana, tu casa entera
abandonada,
te bebido con sed de sortilegio
en cada párrafo de tus senos,
hasta el amanecer, desvaneciéndome,
con morboso deseo de morir;
Me he olvidado vivir en el silencio,
con apariencia de suicidio,
en medio de una delicada sombra cuyos labios
se tragan mi memoria;
Lo crudo de todo esto es la contradicción,
la síntesis del rigor,
este sombrío golfo parapetado en su rincón
es un buen moribundo
que se desnuda para morir en el húmedo
diablo de tus manos.