El cielo se tiñe de un manto grisáceo incluso si llueve
Sobre los párpados de un atardecer rojizo.
Nos atamos de cuerdas que ni
Las vestimentas de un caluroso abrazo
Puede desatar con sus uñas descarnadas.
Me desaventuré por un angosto camino lleno de zarzas,
Y acabé lleno de cicatrices a las que ni mi propia voz puede sanar;
Una de ellas aún respira bajo la gélida luz de la luna.
Me desaventuré por la imposible lluvia impermeable,
Que se me mojó de rabia y desaliento los latidos del corazón.
Te aferras como oruga sobre mi piel,
Y acabas eclipsando como mariposa
entre las alas de la libertad
que nunca se alcanzaron a ver
si no miras bien las lágrimas,
vestidas de tristeza.
que se oculta entre mis matorrales.
Un imposible es posible si mi respirar se vuelve sólido;
Y el mercurio, que estalle sobre los laterales
Como gotas de agua en un mismo sentido.
Estoy incapacitado a mirar aquellas fauces de libertad
Que se asoman sin harapientos,
Y que yo tan sólo veo oscuridad estampado en el astro
Que formamos tú y yo antes de nacer el sol.