Comenzaba el dos mil veinte,
año del siglo veintiuno
con sus brices,
sus colores y su tinte,
heredando inoportuno...
cicatrices.
¡Oh temida tempestad!
con tus brisas sigilosas
tú maldices,
la vida con tu crueldad
y dejándole alevosas…
cicatrices.
Llegaste tan silenciosa
convirtiendo el día en noche
sin matices;
pero fuiste perniciosa,
provocando con reproche…
cicatrices.
Te sabían invisible
porque llegaste mortal
con deslices;
y tanto daño increíble,
dejando ajas con global…
cicatrices
Quebrantaste la alegría
del mundo y sus proyecciones
muy felices;
pero con melancolía,
dejaste desilusiones…
cicatrices.
Con un sufrir por doquier
toda luz de los fanales
sin tamices;
quebrantada sin caer,
quedaron como panales…
cicatrices.
Y la moda fue la muerte
con corazones muy tristes
e infelices;
angustiados y sin suerte,
pero aún así resistes…
cicatrices.
Y lo incierto cobró vida
estropeando visiones
que predices,
pero la profunda herida
produjo en los corazones…
cicatrices.
Y si cuando esto termine
tú decides no ayudar,
ni bendices
a quien muy triste camine,
jamás podremos borrar…
cicatrices.
Y si otros queremos ser
amor hay que procurar
sin barnices;
y al prójimo has de querer
para en el alma sanar…
cicatrices.